Efímeros
El 31 de mayo de 2024 se inauguró en el Centro de Arte Contemporáneo la exposición “Siempre efímeros nunca sin memoria” de la curadora María Fernanda López. Las intervenciones artísticas de más de 30 artistas urbanos, de Quito, Guayaquil, Cuenca, Loja, Machala, Portoviejo, Ibarra, Latacunga, Machachi, Balzar, Baños, Atuntaqui, Otavalo, Riobamba, Gualaceo, Puyo, Macas, Huaquillas, Chunchi y Durán, se tomaron de piso a techo las salas expositivas del CAC. Durante dos semanas de montaje y cinco meses de exhibición, el arte urbano ocupó el lugar que merece como parte de la diversidad cultural del país.
La muestra realizó un recuento histórico de 40 años de producción artística que comenzó por el graffiti poético en Quito y el Chapeteo o Letra Pandillera Guayaca en Guayaquil. A lo largo de estás cuatro décadas los estilos y formatos del arte urbano se han multiplicado: graffiti, mural contemporáneo, paste up, graffiti vandal, stencil, stickers y tags formaron parte de la exposición. El material de archivo también formó parte de la retrospectiva con black books, bocetos, fotografías antiguas, afiches de encuentros, camisetas, fanzines y entrevistas a actores fundamentales del movimiento.

Para la mayoría de teóricos existe medianamente un consenso acerca de la aparición de los primeros esbozos del arte urbano occidental a finales de la década del 60. Los tags de “Cornbread” en las calles de su natal Filadelfia y el de “Taki 183”, en los trenes del metro de Nueva York, comparten su posición como primeros rayones en el ambiente urbano. Sin embargo, aunque menos corroborado por la dificultad de obtener una fuente primaria al respecto, se encuentra el caso del tag “Kilroy was here”, rayón que se hizo popular entre las tropas aliadas durante la segunda guerra mundial o el lenguaje pictográfico de los hobos, personas que viajaban alrededor de Estados Unidos, sin un trabajo fijo y que dejaban marcados los lugares en base a las condiciones negativas o positivas con las que se habían encontrado.
Para Craig Castelman, en su libro Getting up : subway graffiti in New York, la etimología de la palabra Graffiti, proviene de la palabra Graffiare, del italiano rayar o rascar, que se ha utilizado para describir diferentes escrituras muralistas. Para el autor sus orígenes se remontan a las pinturas rupestres como primeras acciones en las que las paredes se convierten en soportes para los “rayones” y murales. Posterior a estas expresiones, desde la historia del arte occidental se toma en cuenta escrituras hechas en las paredes del antiguo imperio romano, ciudad de Pompeya, como vestigios de los primeros rayones sobre los muros. Sin embargo, para la historia del Graffiti y en específico del Tag, el precursor primordial es Kyselak, viajero romántico austro-hungaro del siglo XIX, que plasmó su firma en diferentes lugares que visitó.
Se considera como pilar del análisis del Graffiti, las características compartidas entre las expresiones artísticas del Ecuador y el mundo, por alcanzar el objetivo de “Hacerse ver”, concepto materializado por primera vez en el libro de Castelman. Fueron los escritores de los 70´s en los vagones de metro o el mismo Kyselak durante sus viajes, los primeros que ya impulsaron esta idea, al intentar dejar su marca en la mayor cantidad de espacios y en los lugares más complejos, por tanto, generar una mayor visibilización de su firma influía directamente en su reputación como escritor. Para alcanzar este objetivo muchas veces hay que tomar ciertos riesgos y acceder a sitios que tradicionalmente estarían prohibidos, ahí se encuentra la estereotipada relación establecida entre el arte urbano y el vandalismo. El estilo, la forma, la frescura, son otras de las características estructurales de está práctica artística.
Existe una deuda pendiente al respecto de los orígenes del graffiti desde los sures globales, cometido que es importante también realizar. Parte del problema se circunscribe al debate que no ha dejado de ser coyuntural sobre la dicotomía permanente entre sí es arte o vandalismo. La criminalización y estigmatización de los escritores de graffiti sigue siendo una constante en nuestro país. La falta de investigación historiográfica y sociocultural acerca de este fenómeno desde el mismo medio artístico, ha impedido tender puentes entre los artistas urbanos y la comunidad en general. No se han sentado precedentes sobre preguntas fundamentales como qué son, cuáles son sus orígenes y para qué se hacen este tipo de manifestaciones artísticas en el país.
Una de las canciones parte de la muestra fue «Jam Jam» uno de los temas más representativos del grupo ecuatoriano La Colección, colectivo musical que ha jugado un papel fundamental en la escena de la música urbana en Ecuador. Tanto el arte urbano y la música urbana ambos nacen en las calles y responden a una misma necesidad de expresión. Ambos utilizan los espacios públicos —paredes y las bocinas para ser escuchados..
Con la exposición “Siempre efímeros nunca sin memoria” se evidenció la necesidad de entender con mayor profundidad el arte urbano, fenómeno que sufre de una alta estigmatización por parte de la opinión pública pero que, como cualquier otra de las manifestaciones culturales tiene el derecho a ocupar los espacios museales.